Las recientes alertas alimentarias, sobre todo a raíz del brote de listeriosis, sobre el que no dejan de aparecer novedades desalentadoras (la retirada de todos los productos de la marca responsable del origen del brote, como se puede leer en la publicación especializada Revista Alimentaria) subrayan la necesidad de no bajar la guardia en todo lo referido a la inocuidad de los alimentos.
Según la legislación alimentaria, la primera responsable de la seguridad de los alimentos puestos a disposición del consumidor es la propia empresa productora, mediante el principio de autocontrol. Por otro lado, el papel de la Administración sanitaria es el de efectuar los controles oficiales necesarios para garantizar el cumplimiento de los requisitos legales.
Por ello es imprescindible que las empresas alimentarias cuenten con profesionales capaces de llevar a cabo estos mecanismos de autocontrol necesarios para garantizar la seguridad alimentaria.
Deben tener los conocimientos necesarios para desempeñar una labor de tan alta responsabilidad, en la cual está en juego no la salud de los consumidores, sino también la propia situación legal de la empresa, desde el punto de vista alimentario.
La capacitación para asumir tales responsabilidades requiere una alta especialización en temas tan diversos como seguridad y calidad, legislación, normas de certificación, tecnologías... en definitiva, una formación acorde con los grandes retos actuales en la industria alimentaria, un sector cada día más relevante, sobre todo desde la creciente preocupación de los consumidores por una alimentación saludable y, qué duda, cabe segura y fiable para todos.
De la presencia y capacidad de estos profesionales de la seguridad alimentaria en las empresas van a depender, en buena medida, la salud pública y la confianza de los consumidores en los alimentos puestos a su disposición.
Antonio Limón | Director de Calidad de CESIF.