Autor: Gregorio J. Gómez Bajo
El pasado mes de julio, Mariano Barbacid, figura poco dudosa del panorama científico español en lo referente a sus adscripciones, era portada en la prensa de ámbito nacional, en el contexto de los cursos de verano de la UIMP, con aquello de: “se malgasta dinero ayudando a la banca y se recorta en investigación”. Y añadía que la media del personal que trabaja en el Consejo Superior de Investigación Científica (CSIC) está en 54 años y no existe “ningún plan” para incorporar a nuevos investigadores. “No se ve el final a esta etapa de decadencia en la inversión en I+D” en España.
No seré yo quién reste un ápice de veracidad a dichas afirmaciones ni de autoridad a quien las emite. Tampoco defenderé la política abrasiva de nuestro gobierno en lo referente a la investigación, a la ciencia, al cultivo del intelecto ni al carácter emprendedor de cualquier joven que desee hacer algo más que progresar en el mundo de las finanzas.
Pero, dicho lo cual, sí que he de decir que eché en falta un mensaje alentador, un atisbo de rebeldía, una proclama de inconformismo. Denunciar, criticar, echarle la culpa al prójimo (aunque la tenga), es sencillo. Pero ahí no debe acabar la responsabilidad de un líder investigador. No pretendo dar lecciones al exdirector del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de una materia en la que es figura y referente mundial. Si que me atrevería a aconsejarle humildemente un reciclaje como motivador.
En investigación las cosas nunca han sido, son, ni serán sencillas. Pero eso no debe desalentar a aquellos que creen ciegamente en que es lo único que nos distingue de los primates superiores. Se investiga a gran escala y con muchos fondos, por supuesto, pero también en el día a día. Se investiga no aceptando un no como primera y última respuesta. Se investiga no sólo en las grandes urbes y centros, sino también en pequeñas ciudades y diminutos laboratorios. Las sinapsis neuronales no son un evento exclusivo de los centros oficiales. Eso es lo maravilloso de la inteligencia humana y de su inacabable capacidad para descubrir cosas nuevas, maravillosas, fascinantes y trascendentes. Aunque no coticen en el NASDAQ. Por eso, desde este blog quiero concienciar a quien lo lea que (y no es propaganda subliminal de ropa deportiva) no hay nada imposible. Simplemente que, a veces, resulta complicado vencer a la estupidez humana.