La industria cosmética en España es un sector en constante crecimiento que ha logrado posicionarse como uno de los más relevantes dentro del mercado europeo.;
Sin embargo, este desarrollo conlleva un impacto ambiental significativo, lo que plantea grandes desafíos en términos de sostenibilidad.
A medida que los consumidores exigen productos más responsables con el medioambiente, las empresas se ven en la necesidad de innovar sin comprometer su rentabilidad ni la calidad de sus productos.
El crecimiento de la industria cosmética ha sido notable en las últimas décadas. Según datos de Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética), España es el quinto mercado europeo en cosmética y perfumería, con una facturación que supera los 8.200 millones de euros anuales.
Para lograr un desarrollo sostenible, las empresas han optado por diversas estrategias:
Este crecimiento ha generado una mayor demanda de materias primas y un incremento en la producción de residuos de la industria cosmética.
España es un país líder en exportación de perfumes y cosméticos, con mercados clave en Europa, América y Asia.;
La combinación de tradición y vanguardia ha permitido a las empresas españolas posicionarse con éxito en la industria global, sobresaliendo por la alta calidad de sus productos y su compromiso con la sostenibilidad.
Muchas empresas invierten de forma constante en investigación y desarrollo para mejorar las fórmulas de sus productos, reducir su impacto ambiental y ofrecer soluciones que respondan a las nuevas demandas del mercado.
La aplicación de biotecnología en la cosmética, el uso de ingredientes naturales y la producción sostenible son algunos de los factores clave en esta evolución.
Algunas de las características de la industria cosmética en España son:
La alta competitividad es un factor clave en la industria cosmética española. Empresas nacionales como Natura Bissé y Sesderma han logrado reconocimiento internacional gracias a su capacidad de innovación y su firme compromiso con la sostenibilidad.
Estas compañías han desarrollado productos de alta calidad y han sabido adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, permitiéndoles consolidarse en la industria global
La Unión Europea cuenta con una de las legislaciones más estrictas en cuanto a seguridad y sostenibilidad en cosméticos, lo que obliga a las marcas a cumplir altos estándares de calidad y protección ambiental.
Esto garantiza que los productos comercializados sean seguros tanto para los consumidores como para el medioambiente. La regulación europea en materia de cosméticos está principalmente regida por el Reglamento (CE) 1223/2009, que establece los requisitos para la seguridad de los productos cosméticos comercializados en la Unión Europea.
Esta normativa prohíbe más de 1.300 sustancias que pueden ser perjudiciales para la salud o el medioambiente y exige evaluaciones de seguridad antes de que un producto llegue al mercado.
Además, el Pacto Verde Europeo y estrategias como el Plan de acción de economía circular impulsan a las empresas a adoptar prácticas más sostenibles.
Como hemos dicho con anterioridad, cada vez más personas buscan cosméticos con ingredientes naturales y envases reciclables.
La demanda de productos veganos y cruelty-free ha crecido considerablemente, lo que ha llevado a muchas marcas a reformular sus productos y adoptar estrategias más sostenibles.
La industria cosmética, a pesar de su innegable contribución a la economía española, se enfrenta a desafíos cruciales en lo que respecta a su impacto ambiental, esto conlleva adoptar prácticas más ecológicas en todas las etapas de la cadena de valor, desde la obtención de materias primas hasta el diseño de envases y el proceso de fabricación.
En este sentido, la industria cosmética debe poner especial atención a la composición de sus productos, evitando ingredientes perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana. La investigación y el desarrollo de fórmulas más naturales y sostenibles son clave para minimizar el impacto ambiental de los cosméticos.
Otro desafío importante es la gestión del agua utilizada en la producción de cosméticos. La industria debe implementar medidas para reducir el consumo de agua y tratar las aguas residuales antes de su vertido, evitando así la contaminación de la industria cosmética y contribuyendo a la protección del medio ambiente a través de la adopción de medidas renovables en sus instalaciones y la reducción de su huella de carbono en general.
Por otra parte, la producción y el transporte de materias primas también generan un impacto ambiental determinante. La industria cosmética debe buscar proveedores que utilicen prácticas sostenibles y reducir la distancia de transporte de estas materias primas, minimizando así las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para conseguir que la industria cosmética lidere un modelo de negocio más sostenible, se requiere un esfuerzo conjunto de empresas, investigadores, consumidores y gobierno.
La industria cosmética debe abordar de manera efectiva la gestión de los residuos que genera, tanto en su producción como en el consumo de sus productos. Esto implica implementar sistemas de gestión que abarquen desde la reducción en origen de los residuos, hasta su correcta separación, tratamiento y valorización.
En la producción, es crucial minimizar el uso de materiales y envases, así como optimizar los procesos para evitar la generación de residuos. Los residuos generados deben ser clasificados y tratados adecuadamente, buscando alternativas para su reutilización o reciclaje.
De igual forma, otro punto relevante es la gestión de los restos de productos cosméticos, los cuales pueden contener ingredientes químicos que requieren un tratamiento especial. Se debe informar a los consumidores sobre cómo desechar correctamente estos productos, evitando su vertido en contenedores no adecuados.
O, por el contrario, la industria cosmética puede asumir un papel activo en la gestión de los residuos de sus productos a través de la implementación de programas de Responsabilidad Extendida del Productor (REP).
Esto implica que las empresas se hagan cargo de la gestión de los residuos generados por sus productos una vez que han sido utilizados por los consumidores.
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